jueves, 16 de junio de 2011

Mulleres: cuarto



Los miedos van dando paso al gozo,
mientras la nueva aventura
se va acercando.

El hábito de andar solo no impide
gozar de la compañia espontánea,
sino que la revaloriza.

Depender de otros para gozar de
la montaña no es bueno,
como tampoco lo es rechazarlos.

Gracias a vosotros seis pude ver
mis propios reflejos,
mis temores y mis virtudes.

Ahora el tuc de Mulleres me espera,
y solo voy, como siempre,
aunque otro espíritu me anima.

No sé lo que sucedió en el Mont-Roig,
pero algo profundo cambió,
que la visión transmutó.

Son esos acontecimientos especiales,
que marcan para siempre:
paz y gozo.

Confianza en los compañeros;
confianza en uno mismo:
una sola mente.

Me llamaste, y vine.
¿o a lo mejor fui yo
el que te llamó?

Justo en la boca del túnel,
empecé a oir tu voz,
delicada y sincera.

Mulleres, Mulleres;
nunca hubo nadie
que fuera a por ti.



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