viernes, 22 de abril de 2011

Fotografías: Agregados

Las fotografías son un buen ejemplo de un mecanismo
creado para poder evocar recuerdos, para intentar
inmortalizar momentos vividos, experiencias
degustadas, y compartirlos con los demás.

En estos dos últimos años, cada vez que he ido a la montaña,
he hecho muchas fotos con una cámara que me dió mi cuñado
cuando se compró otra: es una Fujifilm FinePix F440.

Parece que esta cámara quiera quedarse a mi lado, ya que
cuando hace dos años me caí en els Aigualluts, cerca del
Aneto, y me rompí un dedo, la cámara se mojó y después
de dejarla unos días secarse, la función de grabación
dejó de ser operativa, y durante mucho tiempo sólo
he podido tomar fotos, sin posibilidad de ver las fotos
ya tomadas, ni acceso al menú ni muchas de las otras funciones.
Curiosamente ahora que estoy escribiendo esto
veo que vuelve a funcionar.

A veces ves un paisaje, e intentas plasmarlo en
una foto, como tratando de apoderarte de él,
de secuestrarlo en un pequeño aparato para
poder llevarlo a casa y guardarlo en el ordenador,
compartiendolo luego con amigos y familiares
a través de Picasa.

Hace un par de semanas llevé el ordenador
a revisar, y el informático me regaló un
paquete de papel fotográfico para usar
con la impresora que le compré hace años.

Es una HP photosmart C4280, que hasta hace
dos días sólo había utilizado para escanear,
copiar e imprimir documentos y alguna imagen,
pero nunca fotos, y vaya sorpresa la mía al
descubrir que salen unas fotos de altísima
calidad, que parecen postales.

Cuando vemos una foto de un lugar en el
que hemos estado, automáticamente aparecen
unos recuerdos de las experiencias que tuvimos.

Si nunca hemos estado en ese lugar, la evocación
no es tan poderosa, pero aún así nos puede ayudar
a imaginar y experimentar sensaciones de belleza,
paz, u otras.

Es increible ver que a través de un aparatito casi
mágico llamado cámara fotografica, un ordenador,
una impresora y un soporte de papel podemos
almacenar y compartir parcialmente experiencias
que siempre son y seran personales e intransferibles.


Hace muchos años, cuando empecé a viajar, tomé
muchas fotos, luego me cansé y no tomé ninguna,
hace dos años volví a hacerlo pero no imprimí
ninguna, y ahora estoy asombrado por la perfección
y calidad de una impresora que desconocía que
pudiera realizar copias tan buenas de las fotos.

Ahora me han entrado ganas de imprimir unas
cuantas de las miles que tengo almacenadas
de mis caminatas.

Porque no es lo mismo ver una imagen en la
pantalla del ordenador o el televisor, que verla
sobre papel. De alguna forma parece tener
un nivel de virtualidad más bajo, parece más
real aunque en realidad no es más que una
imagen, puntitos de colores sobre papel
fotográfico, que sólo es un pálido reflejo
del paisaje donde se tomó la foto.

El poder tocarla le da una apariencia de realidad
que la imagen en la pantalla del ordenador no tiene.

Tambien soy consciente de que yo no soy de
la generación digital, y que esta sensación a
lo mejor los más jóvenes no la tienen, ya que
han crecido con ordenadores desde pequeños.

Esto tambien me pasa con los libros.

Es maravilloso que seamos capaces de subir
y bajar montañas, grabar una imagen,
y compartir esta imagen y recordar.

La mente humana es increiblemente sofisticada,
y los instrumentos tecnológicos de que disponemos
son una buena imagen de las capacidades de esta mente.


Forma, sensación, percepción, samskaras y conciencia;

todos en una simple foto:

el pico de Alba en el macizo de la maladeta,
tomada bajando del Perdiguero, en el Posets.

Primer y segundo tres mil,los dos
evocados en una sola foto.

Maravilloso




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