El viento ha sido el gran protagonista en la caminata de hoy.
Una ruta fácil se convierte en una odisea cuando
la fuerza de un viento de 70 Km/h te acompaña
durante una buena parte del trayecto.
En algunos momentos hay que abandonar
el sendero que en condiciones normales
seguimos para que la fuerza del viento
no nos haga tambalear o caer.
En vez de andar por las crestas, hay que
flanquearlas, a refugio del fuerte viento.
El sendero óptimo en condiciones meteorológicas
favorables, deja de serlo y puede convertirse
incluso en peligroso.
Todo se conjuraba para que llegado al
Pic de la Dona, de 2700 m, diese media
vuelta y regresara al coche.
Todos los que habían salido antes volvían
atrás, y los que seguían mis pasos tambien.
Hubo un momento en que el viento era
tan fuerte que casi me levantaba, y
me empujaba hacia atrás, y estuve a un
pelo de ceder.
Pero algo me empujó a seguir,
y después de un rato la fuerza
del viento ya no era tan intensa.
En la montaña hay canales donde
el viento parece fluir a gran velocidad,
como por una autopista.
Luego al llegar a la cumbre del Bastiments,
de 2850 m, apareció de nuevo la gran fuerza.
Pero al encontrarme con otros montañeros
que habían subido por otra ruta me sentí
mas seguro, o al menos, acompañado.
La bajada dura, con el viento sin amainar
hasta casi el final.
A la vuelta tenía dolor de cabeza,
y un gelocatil parece que ha hecho
efecto.
Mañana lo veré más claro.
Estas experiencias curten,
porque te habituan a afrontar
situaciones delicadas,
y convivir con el miedo
sin que te paralice.
Una ruta fácil se convierte en una odisea cuando
la fuerza de un viento de 70 Km/h te acompaña
durante una buena parte del trayecto.
En algunos momentos hay que abandonar
el sendero que en condiciones normales
seguimos para que la fuerza del viento
no nos haga tambalear o caer.
En vez de andar por las crestas, hay que
flanquearlas, a refugio del fuerte viento.
El sendero óptimo en condiciones meteorológicas
favorables, deja de serlo y puede convertirse
incluso en peligroso.
Todo se conjuraba para que llegado al
Pic de la Dona, de 2700 m, diese media
vuelta y regresara al coche.
Todos los que habían salido antes volvían
atrás, y los que seguían mis pasos tambien.
Hubo un momento en que el viento era
tan fuerte que casi me levantaba, y
me empujaba hacia atrás, y estuve a un
pelo de ceder.
Pero algo me empujó a seguir,
y después de un rato la fuerza
del viento ya no era tan intensa.
En la montaña hay canales donde
el viento parece fluir a gran velocidad,
como por una autopista.
Luego al llegar a la cumbre del Bastiments,
de 2850 m, apareció de nuevo la gran fuerza.
Pero al encontrarme con otros montañeros
que habían subido por otra ruta me sentí
mas seguro, o al menos, acompañado.
La bajada dura, con el viento sin amainar
hasta casi el final.
A la vuelta tenía dolor de cabeza,
y un gelocatil parece que ha hecho
efecto.
Mañana lo veré más claro.
Estas experiencias curten,
porque te habituan a afrontar
situaciones delicadas,
y convivir con el miedo
sin que te paralice.
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