Amo la montaña por el silencio y la paz que me ayuda
a encontrar. No es que la montaña sea silenciosa ni
pacífica per se, pero andar por ella me ayuda a encontrar
ese silencio y esa paz en mi interior.
La montaña tiene sus sonidos, como el
silbar del viento entre las rocas, los truenos
o el sonido tranquilizante del agua de los
rios fluyendo sin prisa pero sin pausa.
A veces, el ruido de la propia
respiración, de las emociones o
de los pensamientos surgiendo en la
mente tapa el sonido
silencioso de la montaña.
Pero simpre existen esos
momentos en que los
sonidos generados por
uno mismo y los sonidos
generados por la montaña
se armonizan, se complementan.
Estos son los momentos de
silencio activo, momentos en los
que podemos gozar plenamente
del montañismo y hallar esa paz
que muchas veces en los valles
de la rutina diaria se nos escapa
sin dejar rastro.
Silencio y paz,
o música y paz:
armonía
Probablemente,el hecho de movernos
a alturas superiores a las que habitualmente
estamos establecidos, con los consiguientes
cambios psicofísicos relacionados con
la baja presión y la falta de oxígeno, ayuda a que
las experiencias de silencio y paz
emerjan.
La belleza de los paisajes solitarios de la
alta montaña ayuda a que con el recto
esfuerzo aparezcan experiencias
que no suelen surgir en otros
parajes.
De hecho, en teoría estas experiencias
pueden surgir en cualquier entorno
y a cualquier altura, ya que surgen de la
propia mente, pero mi experiencia es
que se presentan con más facilidad
en el entorno silencioso de la
alta montaña, donde nos es más
difícil distraernos con ruidos
provenientes de otras fuentes,
como motocicletas, manadas
de transeúntes u otros.
Este silencio es el verdadero
estado de la mente desapegada,
fluyendo libremente.
Silencio, paz, gozo:
ARMONÍA
No hay comentarios:
Publicar un comentario