martes, 12 de julio de 2011

Preliminares: Renuncia


Si lo pensamos detenidamente,
somos realmente afortunados al
disponer de un cuerpo humano
y haber tenido la suerte de encontrar
el dharma, y además disponer de
la libertad y facilidades para poder
llevarlo a la práctica.

En este mundo donde la mayoría
de los seres se hallan sumergidos
en el sufrimiento, incluso los que tienen
la fortuna de vivir en el primer mundo,
es un privilegio poder practicar
un sistema que progresivamente nos
desvincula del sufrimiento y sus
causas.

El lastre de errores cometidos bajo el
poder de la ignorancia muchas veces
nos parece insoportable, ya que arrastra
a la mente hacia estados desequilibrados
que parecen no tener fin debido a su
recurrencia.

Pero si perseveramos en la práctica,
poco a poco los frutos de la misma
nos son ofrecidos y podemos constatar
que el sufrimiento no es permanente,
sino sólo un modo desequilibrado
de percibir la realidad que puede
ser trascendido.

Toda acción tiene su reacción,
pese a que a veces esta no tenga
lugar de forma inmediata.

En un mundo donde el hedonismo
y los resultados inmediatos parecen
estar por encima de todo, la cultura
del esfuerzo y la perseverancia son
relegados a un segundo término,
y es por ello por lo que intentar
convencer a alguien sobre las
ventajas de practicar el dharma
es misión imposible.

Todos debemos llegar por nuestros
propios esfuerzos al punto en el que
somos conscientes de nuestra
triste situación, y renunciar
de forma sincera a seguir
generando causas para
seguir inmersos en el
mundo del sufrimiento.

Si no hemos llegado al collado
de la renuncia, jamás encontraremos
el sendero que nos llevará a la
cumbre del despertar.

Sin una renuncia verdadera a seguir
dando vueltas en la noria de la ignorancia,
es imposible entrar en el noble sendero que
nos conducirá a la cesación del sufrimiento.

Toda situación dolorosa y desagradable
puede convertirse en un estímulo
para desarrollar renuncia a seguir
actuando bajo el yugo de la ignorancia.

Sin unos buenos preliminares,
la práctica del mahamudra es estéril.

Sin una buena preparación y aclimatación,
toda expedición exigente está abocada
al fracaso.



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