Como un hito de piedras,
el ego se yergue altivo,
hasta que la ola del karma
lo desmorona de repente.
Y vuelve a erguirse,
incansable,
hasta que el apego
se desvanece.
Entonces,
y sólo entonces,
el ego se vuelve
un medio hábil.
el ego se yergue altivo,
hasta que la ola del karma
lo desmorona de repente.
Y vuelve a erguirse,
incansable,
hasta que el apego
se desvanece.
Entonces,
y sólo entonces,
el ego se vuelve
un medio hábil.
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