martes, 15 de febrero de 2011

Las máscaras del Ego: Ahora


Este domingo pasado no hubo dosis de montaña,
y el ego montañero pareció quejarse un poco:
durante el último año está habituado a recibir
altas dosis de caminatas que lo refuerzan y
fortalecen, haciendole creer que su supremacía
sobre la mente va a durar siempre.

Pero para su desgracia, sucedió que una serie
de experiencias surgieron estando en la granja,
dando de comer a los animales. Y eso me hizo
comprender que la mente egoica es adicta a
las experiencias, y trata de convertir toda actividad
en una fuente de adicción. En los últimos años,
los rituales o actividades han variado, pero el hábito
a caer en la adicción a las experiencias placenteras
sigue estando ahí, agazapado, esperando su ocasión
para convertir los rituales en grilletes.

Con la zanahoria del falso progreso, el ego
pretende engañar a la mente y encallarla
en el callejón sin salida de siempre,
con el objetivo bastardo de convertirse
en un experto en la materia, sea esta la
esgrima, la cábala o el montañismo,
desviandonos del camino.

El tiempo parece ir pasando,
y los escenarios cambiando,
como el decorado de una obra de
teatro, pero el actor protagonista
parece ser simpre el mismo,
aunque eso si,
cambiando de máscaras:
el budista tibetano, el samurai,
el cabalista, el montañero...

Nadie dijo que iba a ser fácil,
pero sin una PERSEVERANCIA
a prueba de bomba me parece
imposible la tarea de algun día
llegar a desenmascarar realmente
a este personaje tan resbaladizo,
fuente de todo sufrimiento,
maestro del autoengaño:

EL EGO


Parece que esta entidad sin existencia
inherente es el amo y señor de los
tres tiempos; pasado, presente y
futuro.

Pero, por suerte, también parece ser que no
tiene ningun poder en el

AHORA


3 comentarios:

Fon dijo...

Gracias. Este post "me" viene al hilo de lo que hoy estaba releyendo en el libro de Mahamudra (LGR):

"Cuando meditamos buscamos con frencuencia acceder a un estado personal de paz y bienestar, y en esta busqueda intentamos impedir en nuestra mente toda activida de los pensamientos. Esto crea una tensión en nuestro cuerpo y en nuestra mente que utilizamos para intentar suprimir toda actividad mental, creandose la ilusión, en un primer momento, de que estamos meditando. Pero esta experiencia no es en absoluto la autentica experiencia de la meditación. De hecho en cuanto la experiencia aparece, la alimentamos, nos apegamos a ella. Queremos manter la experiencia a toda costa, lo que produce ansiedad y estres por el intento de control de la meditación. Todo ello acaba degenarndo en un profundo sufrimiento mental.
..
Mientras permanecemos preocupados en la búsqueda de la pacificación mental, de la paz interior y de la quietud cómodo, ni nuestra meditación ni nuestra práctica pueden ser auténticas. Estamos dominados únicamente por la ignorancia, pues este temor no es mas que la paranoia que nace de nuestra confusión mental. La ignorancia es la busqueda de la tranquilidad egoista apartada de toda realidad. En la meditación, nos conduce a la pereza y a la indiferencia. No hay ninguna urgencia en realizar actos positivos y ninguna razón para evitar los negativos. Finalmente permanecemos en una especie de adormecimiento y perdemos el tiempo. ES muy iportante darse cuenta de este defecto.
Si la meditación ideal consistiese en alcanzar un estado de ausencia, de vacio, sin pensamientos, sin actividad mental, podriamos decir que una mesa es una excelente meditadora, permaneciendo todo el tiempo en una profunda absorción meditativa. PEro la finalidad de la meditación no es alcanzar el estado de una mesa, sin el de buda, el estado del despertar, de COMPLETA PRESENCIA."

Se que es una cita... y tu post es solo tu experiencia... y que para mi leerlo es una tarea intelectual....

Pero parame y tratar de reconocerlo intelectualmente y hacerlo consciente desde ahí, me ayuda.

Namaste.

marpa dijo...

A lo mejor te iría bien, o no, leer un libro de Krishnamurti titulado "Reflexiones sobre el Yo".

Hay que leerlo con los "crampones" puestos, ya que se mueve por terreno resbaladizo, con un gran precipicio de fondo.

Fon dijo...

Veo el precipicio. Es la cuarta vez que aparece Krishnamurti en el plazo de una semana.

Gracias por la recomendación.

Lo leeré.

Namasté.

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