jueves, 6 de enero de 2011

Mojones, crampones y cursillos



Poner las piedras de los mojones
que jalonan el sendero supone un esfuerzo
extra, pero gracias a ellas el sendero se hace
más claro para todos.

Cada piedra tiene su historia, y está relacionada
con el montañero que la puso en el hito.

La piedra no está separada de la montaña,
ya que es un fragmento de ella, pero al
formar parte de un mojón cobra un
sentido especial: forma parte de
los mojones que señalan un sendero
concreto dentro de la misma montaña.

El mahamudra de Marpa no es otra cosa
que el conjunto de experiencias de un
practicante de mahamudra llamado marpa,
que intenta llevar al camino todas las
circunstancias en las que se ve inmerso.

A veces el sendero del Mahamudra,
que es el sendero que transitan los
practicantes pasados y presentes
de este peculiar sistema, se ve con
claridad, pudiendo apreciarse los
mojones que han ido dejando los
que han pasado antes, cada uno
aportando su piedra.

Hay momentos en que las condiciones
climatológicas de la mente no son
favorables, y la visibilidad es limitada.

En esos momentos podemos apartarnos
del sendero y perdernos o incluso
resultar heridos.

Es en esos momentos cuando la experiencia
de cada practicante es determinante, y
es para minimizar riesgos que buscamos la
ayuda de otros practicantes más
avezados.

La práctica del mahamudra es similar al
montañismo en muchos aspectos.
Podemos ir solos a la montaña,
pero debemos ser muy conscientes de
los peligros que nos aguardan.

La montaña invernal, al igual que
determinados niveles de práctica,
debe ser abordada con mucha
prudencia.

Las experiencias que surgen a
medida que vamos transitando el
sendero pueden desequilibrarnos
y hacernos caer.

Llevar crampones y piolet de poco
sirve si no sabemos utilizarlos adecuadamente
dentro del sendero.

Son instrumentos que usados apropiadamente
nos permitiran acceder a determinadas experiencias
inaccesibles sin ellos.

De igual forma, la capacidad de estar atentos
y vigilantes nos permitirá acceder a diversos
niveles de concentración, pero sin ir acompañados
de una visión penetrante nos puede apartar
del sendero y poner en riesgo nuestra
integridad mental.

En la montaña nadie nos va a impedir que
intentemos ascender a una cumbre pese a
no estar preparados o no darse las circunstancias
climatológicas apropiadas. Somos nosotros
los que asumimos la responsabilidad de nuestros
actos.

Si por el contrario asistimos a cursillos de
diversa índole relacionados con el
montañismo, deberemos hacer caso
de lo que nos digan los instructores,
porque podríamos poner en peligro la
integridad de otros debido a nuestra
inexperiencia.

En el camino del mahamudra podemos ir
por libre y hacer lo que creamos oportuno,
o bien asistir a "cursillos" de diversos niveles
con instructores cualificados.

Si vamos por libre nadie nos va a impedir
que hagamos lo que creamos oportuno.

Si asistimos a "cursillos", vamos a tener
que seguir las reglas de los instructores.

Nadie nos obliga a asistir a cursillos,
así como nadie nos va a impedir que
nos compremos unos crampones
y sin saber usarlos intentemos
ascender a picos elevados.

Inscribirnos en un cursillo
y luego saltarnos las reglas
va a suponer que nos
expulsen y que cuando
queramos inscribirnos
en otro nos resulte difícil,
ya que los instructores
se comunican entre ellos,
ya que forman parte de
un mismo gremio.

Moraleja:
antes de inscribirnos en
un cursillo informémonos
de la cualificación de los instructores y
de los requisitos y reglas que hay
que cumplir y asegurémonos de
que vamos a ser capaces de
cumplirlas, porque luego de
nada nos servirá llorar.



1 comentario:

juanra dijo...

Por eso voy por libre,
no tengo que rendirle cuentas a nadie,
quizás tenga curiosidad por ver tal o cual libro de circulación restringida sobre la naturaleza de la mente,
pero como no lo he hecho,
no he traicionado a nadie,
en ese aspecto,
mi honestidad es intachable.

Tampoco acumulo ninguna iniciación.

Solo practicas secretas que io mismo me he procurado.

En mi caso las cuentas se las tengo que rendir a la vida.

Aunque en el vajrayana se utiliza la metáfora de la serpiente y la caña de bambú, para reflejar la situación del practicante tántrico que ha recibido iniciaciones, que solo tiene dos caminos, o alcanzar la realización o ir directamente al infierno, me da la sensación que io estoy en la situación de la serpiente, sin lugar a dudas.

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