La montaña en invierno se vuelve brava, y el sendero se disipa.
Las condiciones climatológicas adversas hacen que sea mucho más
fácil perderse. Hoy lo he podido comprobar en un trekking con
raquetas en el pirineo, cerca de la estación de esquí de Vallter 2000,
situada a más de 2200 metros de altura, cerca del Bastiments,
pico de 2870 metros.
Cuando he llegado a las ocho y media, había niebla y empezaba
a caer aguanieve. He decidido intentar llegar a la portella de
mentet, un collado a unos 2400 metros de altura, pese a que
sólo había subido una vez en verano, y con medio metro de nieve
el sendero no era muy claro.
A medida que iba ascendiendo, el viento soplaba con más fuerza,
y la niebla se hacía más espesa, al igual que la nieve que
caía ahora con más intensidad. El viento soplaba de espaldas,
y esto hacía que las gafas protectoras mantuvieran la
visibilidad.
Después de una hora de ascenso, las ráfagas de viento me
empujaban con gran fuerza, y parecía que quedaban sólo
unos 500 o 600 metros hasta el collado, pero al
darme la vuelta, he visto que la niebla era cada vez
más espesa, y al darme el viento de cara, la nieve
ha chocado contra mi cara con gran fuerza, como
si fuera granizo, y las gafas se han empañado con
la nieve y el vaho.
He sentido un gran miedo, rayando en el pánico,
ya que no veía nada, e instintivamente el
cuerpo ha dado media vuelta y ha empezado un
descenso alocado, a zancadas, buscando un sendero
invisible.
Han sido aproximadamente unos 20 minutos,
en los que al andar con las raquetas fuera de
sendero, me hundía bastante, y al no ver casi nada
con el viento soplando de cara, unos temores de
alta intensidad han aflorado, temiendo lo peor,
pensando en Tolo Calafat, el alpinista muerto
hace poco en el Annapurna.
A medida que iba descendiendo intentando ver
las huellas que había dejado al subir, el viento
ha dejado de soplar con tanta fuerza, y esto
ha hecho que pese a que la visibilidad era
deficiente, la sensación de miedo descendiera
tambien, y por fin he recuperado el hilo del
sendero que no estaba lejos pero que debido
a la fuerte perturbación emocional y la escasa
visibilidad era invisible para mi.
Al ver los lejanos arboles, el temor se ha ido
diluyendo, y al llegar a la caseta de la estación
de esquí que no se veía debido a la niebla y el temporal
de aguanieve, he experimentado la sensación del
montañero perdido que llega al REFUGIO.
Una nueva sensación, agradable, en contraste
con la sensación de miedo experimentada media
hora antes, muy desagradable.
Ahora me doy cuenta de que si no existe un verdadero
miedo a los renacimientos desafortunados en el samsara,
no puede existir una verdadera toma de REFUGIO
en las TRES JOYAS del
BUDA
DHARMA
SHANGA
Las crisis y circunstancias difíciles de la vida deberían
ser utilizadas como acicate para generar una verdadera
RENUNCIA
a la vision samsárica,
fuente de todo
SUFRIMIENTO
Descansa en paz, Tolo.
Experiencias,
sólo experiencias,
de un caminante.
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