Sati es una actividad. ¿Qué es eso exactamente? No puede haber una respuesta precisa, por lo menos no con palabras. Las palabras son inventadas en los niveles simbólicos de la mente y describen aquellas realidades con las que trata el pensamiento simbólico. La atención plena es pre-simbólica. No está atada a la lógica. No obstante, la atención plena puede ser experimentada fácilmente y puede ser descrita, siempre y cuando tengas en cuenta de que las palabras son sólo el dedo que apunta a la luna. No son la cosa en sí misma. La experiencia real está más allá de las palabras y por encima de los símbolos. La atención plena podría ser descrita en términos completamente diferentes a los que se utilizarán aquí y cada una de las descripciones podría ser correcta.
La atención plena es un proceso sutil que estás usando en este preciso momento. El hecho de que este proceso esté más allá y por encima de las palabras no lo hace irreal -más bien lo contrario. La atención plena es la realidad que da lugar a las palabras -las palabras que siguen no son más que pálidas sombras de la realidad. De manera que es importante entender que todo lo que sigue aquí es una analogía. No tendrá un sentido perfecto. Siempre estará más allá de la lógica verbal. Pero la puedes experimentar. La técnica de meditación llamada Vipassana (visión cabal, de vi="varias formas" y paisana="ver") enseñada por el Buda hace más de veinticinco siglos son un conjunto de actividades mentales orientadas específicamente a experimentar un estado ininterrumpido de atención plena.
Cuando te das cuenta de algo por primera vez, hay un instante fugaz de conciencia pura justo antes de que lo conceptualices, antes de que lo identifiques. Ese es un estado de atención plena. Normalmente, este estado dura muy poco. Es esa fracción de segundo antes de enfocar tus ojos en la cosa, antes de que enfoques tu mente en la cosa, justo antes de que la objetives, la atrapes mentalmente y la segregues del resto de la existencia. Ocurre justo antes de que empieces a pensar en ella -antes de que tu mente diga, "¡Oh!, es un perro." Ese momento fluido y desenfocado de percepción pura es la atención plena. En ese breve y vivaz momento mental tú experimentas a una cosa como no-cosa.
Experimentas un momento de experiencia pura que fluye suavemente y está interconectada con el resto de realidad, no separado de ella. La atención plena es en gran medida como ver con visión periférica, a diferencia del enfoque agudo de la visión central o normal. Y sin embargo ese momento de conocimiento suave, desenfocado, contiene una especie de saber profundo que se pierde en cuanto enfocas a la mente y al objeto lo objetivas en una cosa.
En el proceso ordinario de percepción, el paso de atención plena es tan fugaz que no se le observa. Hemos desarrollado el hábito de malgastar nuestra atención en todos los pasos restantes, enfocándonos en la percepción, reconociendo a la percepción, etiquetándola, y sobre todo, involucrándonos en una larga cadena de pensamientos simbólicos al respecto. Ese momento original de atención plena es superado rápidamente. El propósito de la meditación Vipassana (o de visión cabal) es entrenarnos en prolongar ese momento de conciencia.
Cuando esta atención plena es prolongada utilizando las técnicas apropiadas, encuentras que esta experiencia es profunda y que cambia tu visión del universo. Sin embargo, este estado de percepción tiene que ser aprendido, y requiere de práctica regular. Una vez que aprendas la técnica, encontrarás que la atención plena tiene muchos aspectos interesantes.
Las Características de la Atención Plena
La atención plena es pensamiento-espejo. Sólo refleja lo que está pasando actualmente y exactamente de la manera en que está pasando. No hay ningún prejuicio.
La atención plena es observación sin juzgar. Es la habilidad de la mente para observar sin criticar. Con esta habilidad, uno ve las cosas sin condena ni juicio. Nada lo sorprende a uno. Uno simplemente muestra un interés equilibrado por las cosas exactamente como están en sus estados naturales. Uno no decide ni juzga. Sólo observa. Hay que notar que cuando decimos, "Uno no decide ni juzga," lo que queremos decir es que el meditador observa las experiencias en gran medida en la forma en que un científico observa un objeto con el microscopio sin ninguna idea preconcebida, sólo para observarlo exactamente como es. De la misma forma el meditador nota la transitoriedad, la insatisfacción y la ausencia de identidad.
Para nosotros es psicológicamente imposible observar objetivamente lo que ocurre dentro nuestro si al mismo tiempo no aceptamos la ocurrencia de nuestros varios estados mentales. Esto es cierto sobre todo con los estados mentales desagradables. Para observar a nuestro propio miedo, debemos aceptar el hecho de que tenemos miedo. No podemos examinar nuestra propia depresión sin aceptarla completamente. Lo mismo es cierto para la irritación y la agitación, la frustración y todos esos estados emocionales incómodos. No puedes examinar algo totalmente si estás ocupado en rechazar su existencia. Cualquiera que sea la experiencia por la que estamos atravesando, la atención plena simplemente la acepta. Es simplemente otra de las cosas que ocurren en la vida, tan sólo otra cosa más de la que hay que estar consciente. No hay orgullo, no hay vergüenza, no hay nada personal en juego -lo que está allí, está allí.
La atención plena es vigilancia imparcial. No toma partido. No se obsesiona con lo que es percibido. Sólo percibe.
La atención plena no se enamora de los estados mentales buenos. No intenta evitar los estados mentales malos. No hay aferramiento a lo placentero, ni huida de lo desagradable. La atención plena trata a todas las experiencias por igual, a todos los pensamientos por igual, a todos los sentimientos por igual. No se suprime nada. No se reprime nada. La atención plena no tiene favoritismos.
La atención plena es conocimiento no-conceptual. Otra traducción de Sati es "atención desnuda". Es no pensar. No se involucra con pensamientos o conceptos. No se obsesiona con ideas, opiniones o recuerdos. Sólo mira. La atención plena registra experiencias, pero no las compara. No las etiqueta o categoriza. Simplemente observa todo como si estuviera ocurriendo por primera vez. No es el análisis basado en la reflexión y la memoria. Es, más bien, la experiencia directa e inmediata de lo que sea que está pasando, sin la mediación del pensamiento. En el proceso “perceptual”, esta entra antes del pensamiento.
La atención plena es conciencia de tiempo presente. Ocurre en el aquí y el ahora. Es la observación de lo que está pasando justo ahora, en el momento presente. Permanece para siempre en el presente, perpetuamente aflorando en la cresta de la ola actual del tiempo pasante. Si te estás acordando de tu maestra de segundo grado, eso es memoria. Luego cuando te das cuenta de que estás recordando a tu maestra de segundo grado, eso es atención plena. Si entonces conceptualizas el proceso y te dices, "¡Oh!, estoy recordando", eso es pensar.
La atención plena es un estado de alerta no egoísta. Ocurre sin referencia a una identidad. Con atención plena uno ve todos los fenómenos sin referencia a conceptos como "yo", "mi" o "mío". Por ejemplo, haz de cuenta que te duele la pierna izquierda. La conciencia ordinaria diría, "tengo un dolor". Usando la atención plena, uno simplemente nota a la sensación como sensación. Uno no le agrega el concepto extra de "yo". La atención plena nos detiene antes de que agreguemos algo a la percepción, o que le quitemos algo. Uno no resalta nada. Uno no enfatiza nada. Uno sólo observa exactamente lo que está allí sin distorsión.
La atención plena es conciencia del cambio. Es observar el flujo de la experiencia. Es observar las cosas a medida que están cambiando. Es ver el nacimiento, crecimiento y maduración de todos los fenómenos. Es observar cómo los fenómenos decaen y mueren. La atención plena es observar las cosas momento a momento, continuamente. Es observar a todos los fenómenos -físicos, mentales o emocionales-, o lo que sea que esté ocurriendo, en el momento presente en la mente. Uno sólo se sienta cómodamente y observa el espectáculo.
La atención plena es la observación de la naturaleza básica de cada fenómeno que ocurre. Es mirar el surgir y cesar de las cosas. Es ver qué nos hace sentir esa cosa y cómo reaccionamos a ella. Es observar cómo le afecta a otros.
En la atención plena, uno es un observador imparcial con la única labor de seguir constantemente el espectáculo del universo interior. Por favor nota este último punto. En la atención plena, uno observa el universo interior. El meditador que está desarrollando la atención plena no está preocupado del universo exterior. Está allí, pero en la meditación, el campo de estudio es la experiencia propia, los pensamientos propios, los sentimientos propios, y las percepciones propias. En la meditación, uno es su propio laboratorio. El universo interior es una enorme fuente de información que contiene la reflexión del mundo exterior y mucho más. El examen de este material lleva a la libertad total.
La atención plena es observación participativa. El meditador es tanto participante como observador al mismo tiempo. Si uno observa las emociones y sensaciones físicas propias, al mismo tiempo las está sintiendo. La atención plena no es percepción intelectual. Es sólo percepción. La metáfora de espejo-pensamiento se pierde aquí. La atención plena es objetiva, pero no es fría ni insensible. Es la experiencia despierta de la vida, una participación alerta en el proceso actual de vivir.
Es extremadamente difícil definir a la atención plena con palabras -no porque sea compleja, sino porque es demasiado simple y directa. El mismo problema surge en todas las áreas de la experiencia humana. Los conceptos más básicos siempre son los más difíciles de precisar. Mira en un diccionario y verás un ejemplo claro. Las palabras largas generalmente tienen definiciones concisas, pero para las palabras básicas y cortas como "el" o "es", las definiciones pueden ocupar una página. Y en física, las funciones más difíciles de describir son los más básicas -las que tienen que ver con las realidades más fundamentales de la mecánica cuántica. La atención plena es una función pre-simbólica. Tú puedes darle vueltas todo el día con símbolos verbales y nunca lograrás precisarla completamente. No podemos nunca expresar totalmente lo que es. Sin embargo, podemos decir lo que hace.
Tres Actividades Fundamentales
Existen tres actividades fundamentales de la atención plena. Podemos utilizar estas actividades como definiciones funcionales del término: (a) La atención plena nos recuerda lo que se supone que estamos haciendo; (b) ve las cosas como realmente son; y (c) ve la verdadera naturaleza de todos los fenómenos.
Examinemos estas definiciones en más detalle.
(a) La atención plena nos recuerda lo que se supone que estamos haciendo.
En la meditación, tú prestas atención a una sola cosa. Cuando la mente se desvía de este foco, la atención plena es lo que te recuerda que tu mente está divagando y qué se supone que estás haciendo.
La atención plena es lo que regresa tu mente al objeto de meditación. Todo esto ocurre instantáneamente y sin diálogo interior. Atención plena es no pensar. La práctica repetida de la meditación establece esta función como un hábito mental que luego queda para el resto de la vida. Un meditador serio presta su atención desnuda a lo que ocurre todo el tiempo, día tras día, ya sea que esté formalmente sentado meditando o no. Éste es un ideal muy elevado hacia que el cual los que meditan puede estar trabajando durante años o incluso décadas. Nuestro hábito de quedarnos pensativos tiene años de viejo, y ese hábito va a persistir de la forma más tenaz. La única solución es ser igualmente persistente en el cultivo de una atención plena constante. Cuando la atención plena está presente, te vas a dar cuenta cuando estés atrapado en tus patrones de pensamiento. Es precisamente este darte cuenta el que te permite salirte del proceso del pensamiento y liberarte de él. La atención plena te regresa a tu foco de atención. Si en ese momento estás meditando, entonces tu foco será el objeto formal de meditación. Si no estás en meditación formal, será simplemente la aplicación pura de la atención, tan sólo un notar lo que sea que surja sin involucrarse -"!Ah!, esto surge... y ahora esto, y ahora esto... y ahora esto."
La atención plena es al mismo tiempo tanto la propia atención desnuda como la función de recordarnos de prestar la atención desnuda si es que hemos dejado de hacerlo. La atención desnuda es notar. Se restablece a sí misma simplemente al darse cuenta de que no ha estado presente. Tan pronto te das cuenta que no estabas dándote cuenta, entonces por definición te estás dando cuenta y estás de regreso a la atención desnuda.
La atención plena crea su propia sensación distintiva de conciencia. Tiene un sabor -un sabor ligero, claro, y energético. En comparación, el pensamiento consciente es pesado, laborioso y muy selectivo. Pero una vez más, éstas son tan sólo palabras. Tu propia práctica te mostrará la diferencia. Entonces tú probablemente elegirás tus propias palabras y las palabras usadas aquí se volverán superfluas. Recuerda, la cosa es practicar.
(b) La atención plena ve las cosas como realmente son.
La atención plena no le agrega nada a la percepción ni tampoco le substrae nada. No distorsiona nada. Es atención desnuda y simplemente mira a lo que sea que surja. El pensamiento consciente le agrega cosas a nuestra percepción, nos agobia con conceptos e ideas, nos sumerge en un vórtice de planes y preocupaciones, miedos y fantasías. Cuando prestas atención plena, no caes en ese juego. Solamente te das cuenta de lo que surge en la mente, y luego notas la siguiente cosa. "Ah, esto... y esto... y ahora esto." Realmente es muy simple.
(c) La atención plena ve la verdadera naturaleza de todos los fenómenos.
La atención plena y sólo la atención plena puede percibir las tres características que el budismo enseña son las verdades más profundas de la existencia. En Pali se llaman Anicca (transitoriedad), Dukkha (insatisfacción), y Anatta (no-identidad: la ausencia de una entidad permanente, inmutable, a la que llamamos Ego). Estas verdades no se presentan en el budismo como dogmas que exigen una fe ciega. Los budistas las plantean como universales y auto-evidentes para cualquiera que se tome el trabajo de investigarlas en una forma apropiada. El método de investigación es la atención plena. La atención plena por sí sola tiene el poder de revelar el nivel más profundo de la realidad accesible a la observación humana. En este nivel de inspección, uno ve a lo siguiente: (a) todas las cosas condicionadas son inherentemente transitorias; (b) toda cosa mundana es, en última instancia, insatisfactoria; y (c) no hay realmente ninguna entidad que sea inmutable o permanente, sólo procesos.
La atención plena trabaja como un microscopio electrónico. Es decir, opera en un nivel tan fino que uno puede realmente percibir directamente esas realidades, las cuales, en el mejor de los casos, para el proceso del pensamiento consciente, son construcciones teóricas. La atención plena realmente ve el carácter transitorio de cada percepción. Ve la naturaleza transitoria y pasajera de todo lo que es percibido. También ve la naturaleza inherentemente insatisfactoria de todas las cosas condicionadas. Ve que no tiene ningún sentido aferrarse a ninguno de estos espectáculos pasajeros. No se puede encontrar la paz y la felicidad de esa forma. Y finalmente, la atención plena ve la inherente falta de identidad de todos los fenómenos. Ve la forma en que arbitrariamente hemos seleccionado un cierto manojo de percepciones, las hemos cortado del resto del flujo surgente de experiencias y luego las hemos conceptualizado como entidades separadas y duraderas. La atención plena realmente ve estas cosas. No piensa sobre ellas, las ve directamente.
Cuando está completamente desarrollada, la atención plena ve estos tres atributos de la existencia directa e instantáneamente, y sin que intervenga el pensamiento consciente. De hecho, aun los atributos que acabamos de cubrir, están inherentemente unidos. En realidad no existen como objetos separados. No son más que el resultado de nuestro esfuerzo de tomar este proceso fundamentalmente simple llamado atención plena y expresarlo en los incómodos e inadecuados símbolos del pensamiento consciente. La atención plena es un proceso, pero no se lleva a cabo en pasos. Es un proceso holístico que ocurre como una unidad: tú notas tu propia falta de atención plena; y ese darse cuenta es en sí mismo el resultado de la atención plena; y la atención plena es atención desnuda; y la atención desnuda es notar las cosas tal cual son, sin distorsión; y la forma en que las cosas son es: transitorias (Anicca), insatisfactorias (Dukkha) y sin identidad (Anatta).
Todo esto ocurre en el espacio de unos pocos momentos mentales. Esto no significa, sin embargo, que lograrás instantáneamente el Despertar (la libertad de las debilidades humanas) como resultado de tu primer momento de atención plena. El aprender a integrar este material en tu vida consciente es otro proceso en sí mismo. Y aprender a prolongar este estado de atención plena es todavía otro más. Son sin embargo procesos alegres, y bien vale la pena el esfuerzo.
La Atención Plena (Sati) y la Meditación de Visión Cabal (Vipassana)
La atención plena es el corazón de la Meditación Vipassana y la clave de todo el proceso. Es al mismo tiempo la meta de esta meditación y el medio para tal fin. Se alcanza la atención plena estando más atento. Otra palabra que también se traduce como atención plena es Appamada (sin descuido o ausencia de locura). Uno que presta atención constantemente a lo que realmente está pasando en su mente logra el estado de cordura fundamental.
La palabra Sati también tiene la connotación de recordar. No es memoria en el sentido de ideas e imágenes del pasado, sino más bien conocer en forma clara, directa y sin palabras lo que es y lo que no es, lo que es correcto y lo que es incorrecto, lo que estamos haciendo y qué deberíamos hacer al respecto. La atención plena le recuerda al meditador el aplicar su atención al objeto apropiado en el momento apropiado y de emplear precisamente la cantidad de energía necesaria para hacer esa tarea. Cuando esta energía es aplicada apropiadamente, el meditador permanece constantemente en un estado de calma y alerta. Mientras se mantenga en esta condición, los estados mentales llamados "obstáculos" o "irritantes psíquicos" no pueden surgir -no hay codicia, ni odio, ni lujuria, ni pereza.
Pero todos somos humanos y nos equivocamos. La mayoría de nosotros nos equivocamos repetidamente. A pesar de su esfuerzo honesto, el meditador permite que su atención plena se pierda de vez en cuando y se descubre atrapado en alguna falla humana lamentable, aunque normal. Es la atención plena la que nota el cambio. Y es la atención plena la que le recuerda que aplique la energía requerida. Estos deslices ocurren una y otra vez, pero su frecuencia disminuye con la práctica. Una vez que la atención plena ha desalojado a estas contaminaciones mentales, los estados más sanos de la mente pueden tomar su lugar. El odio cede su lugar al amor compasivo, la lujuria es reemplazada por el desapego. También es la atención plena la que nota este cambio, y la que le recuerda al meditador mantener esa agudeza mental extra, requerida para conservar esos estados mentales más deseables. La atención plena hace posible el crecimiento de la sabiduría y la compasión. Sin atención plena, no pueden madurar completamente.
Profundamente enterrado en la mente hay un mecanismo que acepta lo que ella percibe como experiencias bellas y agradables, y rechaza aquellas experiencias que son percibidas como feas y dolorosas.
Este mecanismo genera esos estados mentales que nos estamos entrenando a evitar -cosas como codicia, lujuria, odio, aversión y celos. Escogemos evitar estos estorbos, no porque sean malos, sino porque son compulsivos; porque se apoderan de la mente y capturan completamente la atención; porque siguen dando vueltas y vueltas alrededor de pequeños círculos de pensamiento; y porque nos aíslan de la posibilidad de vivir la realidad.
Estos obstáculos no pueden surgir cuando la atención plena está presente. La atención plena es prestar atención a la realidad del momento presente, y por ende está directamente contrapuesta a los estados mentales aturdidos que caracterizan a los obstáculos. Como meditadores, sólo cuando permitimos que nuestra atención plena se pierda es que los mecanismos profundos de nuestra mente toman el control -aferramiento, apego y rechazo. Entonces surge la resistencia y se obscurece nuestra percepción. No nos damos cuenta de que este cambio está ocurriendo -estamos demasiado ocupados pensando una venganza, o con codicia, o lo que sea. Aunque una persona inexperta continúa indefinidamente en este estado, un meditador entrenado pronto se da cuenta de lo que está pasando. Es la atención plena quien nota el cambio. Es la atención plena la que recuerda el entrenamiento recibido y enfoca la atención para que la confusión desaparezca. Y es la atención plena la que entonces intenta mantenerse indefinidamente de manera que no vuelva a surgir la resistencia. Por lo tanto, la atención plena es el antídoto específico para los obstáculos. Es tanto la cura como la medida preventiva.
Una atención plena totalmente desarrollada es un estado de desapego total y una ausencia absoluta de aferramiento a cualquier cosa en el mundo. Si podemos mantener este estado, no se necesita ningún otro medio o técnica para conservarnos libres de los obstáculos, para lograr la liberación de nuestras debilidades humanas. La atención plena es una percepción no-superficial. Ve las cosas con profundidad, mucho más abajo del nivel de los conceptos y las opiniones. Esta forma de observación profunda lleva a una certeza total, a una ausencia completa de confusión. Se manifiesta principalmente como una atención constante y firme que nunca se debilita ni se desvía.
Esta percepción investigativa pura y sin manchas no sólo mantiene a raya a los estorbos mentales, sino que descubre totalmente sus propios mecanismos y los destruye. La atención plena neutraliza las impurezas en la mente. El resultado es una mente que permanece sin manchas e invulnerable, completamente inmune a las subidas y bajadas de la vida.
Traducido del Capítulo 13 de Mindfulness In Plain English por H. Gunaratana Mahathera