jueves, 31 de octubre de 2013

Progreso: Experiencias




Pasa el tiempo y lo que ayer fué importante,
hoy es sólo un vago recuerdo.

La mente de hoy conserva los rasgos
esenciales del carácter de la de ayer,
aunque la visión poco tiene que ver
con la de anteayer.
El carácter es como la estructura ósea:
varía poco una vez desarrollado.
Las creencias, que son la base de la visión,
varían con mucha más facilidad,
son mucho mas maleables
que el carácter.
Pero son las creencias las que dirigen
el carácter en una dirección determinada,
las que nos situan en un contexto concreto
donde debemos desenvolvernos
con el carácter óseo que hemos
desarrollado.
Los impulsos y deseos, imantados
por las creencias, dirigen nuestros pasos
en este teatro del mundo,
donde el carácter imprime su toque
especial a nuestra representación
de la obra de la vida.

No hay que olvidar que en última
instancia, el guion de la obra que 
representamos lo escribimos nosotros
y sólo nosotros, por lo que debemos
asumir que lo que nos ocurre en cada
momento, lo hemos determinado
nosotros con nuestras acciones
pasadas. Y lo mismo sucede
con el carácter y las creencias.

Aceptar nuestra responsabilidad
no es fácil pero es el único camino
para poder progresar realmente.

A los estados de conciencia "especiales"
se debe acceder a ellos de forma segura,
y se debe salir de ellos tambien de forma
segura.

Las distintas técnicas que permiten el acceso
a estos estados deben ser aprendidas
y utilizadas con la motivación adecuada,
de lo contrario nos convertiremos en
adictos de estos estados "alterados de
conciencia", y no obtendremos ningun
progreso real.

Las experiencias de gozo, claridad y no
conceptualidad deben ser vividas sin
apego para poder transformarlas
en presencia o conciencia no dual.


 

martes, 8 de octubre de 2013

Pedraforca: embrujo


Ayer hice una ruta circular en el macizo del Pedraforca,
subiendo a los dos picachos que estan separados por
una horca o forca, y que le dan esta apariencia
característica a esta "mágica" montaña.



El ascenso al primer picacho fue como ir en procesión,
ya que al menos adelanté a unas 50 personas, y probablemente
detrás vinieron unas 150 o mas.

Pero la segunda parte de la ruta cambió sustancialmente,
ya que sólo encontré a unos cuatro escaladores
y un rebaño de sarrios, que suelen evitar a la gente
y que nunca antes los había visto en la ruta
de ascenso al picacho superior.


Cuenta la leyenda que en esta montaña solían
reunirse las brujas para celebrar sus aquelarres,
por san Juan y san Silvestre.


Leyendas aparte, las sensaciones experimentadas
durante la ascensión son potentes, especialmente
durante el ascenso al solitario picacho inferior.

El verdadero embrujo del Pedraforca se siente cuando
la gente queda lejos, ya que se pueden
escuchar claramente los ténues susurros de la roca
sin distorsiones humanas.

Por eso me gusta tanto ir sólo a la montaña,
porque la disfruto de forma intensa,
con atención plena, ya que el riesgo
se incrementa y no puedes distraerte
en ningun momento.

Con nuestras prisas debidas a que el tiempo empeore
y nos pille una tormenta a veces andamos sin escuchar,
pero cuando la experiencia nos proporciona
una cierta seguridad, podemos llevar un buen
ritmo y escuchar las voces de la roca.

Si prestamos atención, podemos escuchar claramente
a esa parte de nosotros mismos para la cual
la noción del tiempo es mucho mas dilatada,
acercándose peligrosamente a la atemporalidad.

Sin ser permanente, 
nos lo parece.

Puede estar nublado o soleado,
hacer frio o calor, siendo las condiciones
atmosféricas un reflejo de nuestra mente
confusa.

Pero la montaña sigue estable, firme,
y se ve afectada mínimamente
por los estados transitorios
de la atmósfera.

Sólo en una escala mucho mayor
de tiempo podemos apreciar
estos cambios, exceptuando
los aludes o rayos,
que pueden provocar cambios
mas bruscos.

La montaña de la mente habla un idioma especial,
pero habla. Hay que ser un buen traductor
para entenderlo.




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