Ir a hacer una ferrata es como un ritual:
aunque se haga muchas veces, siempre
se aprende algo nuevo, ya que nosotros
mismos vamos cambiando y encontramos
gente y situaciones que reflejan nuestro
estado mental.
Cuando vamos solos, todo lo que aparece
y acontece está directamente relacionado
con nosotros, mientras que cuando vamos
con alguien hay una mezcla y a veces
se hace difícil de distinguir a quien
corresponde qué.
Por eso creo que me gusta tanto ir sólo,
porque me es muy fácil interpretar
los acontecimientos del ritual ferratístico.
En un ritual se siguen unos pasos
para obtener unos resultados,
aunque a veces las evocaciones
e invocaciones no tienen éxito,
porque nuestra motivación
y concentración no es la adecuada.
Si no seguimos correctamente el ritual,
hay unos peligros.
En el ritual de la ferrata sucede una cosa parecida:
seguimos un itinerario y durante el recorrido-ritual
evocamos-invocamos una serie de emociones y
entidades que aparecen en forma de estados
mentales-emocionales así como otras personas que
aparecen durante el recorrido.
Tambien existe un riesgo, y por ello es importante
tener una cierta soltura técnica, forma física adecuada
y el material apropiado para minimizarlo.
Montserrat es una montaña especial.
Hoy el ritual de la Teresina ha sido muy
enriquecedor, bajando por la canal de Sant
Jeroni.
Cuando después de ascender por la estrecha chimenea
final de la ferrata, llegamos al Tábor, monte donde
Jesús sufrió la transfiguración, el ferratista tambien
puede sufrir simbólicamente la suya, y luego
descender de nuevo hacia su vehículo terrenal,
aparcado y esperando a su parte mas etérea
que ha ascendido con esfuerzo para sufrir
la transfiguración simbólica.
Encontrar a sor Teresa Forcades en el regreso
bajando por la canal de Sant Jeroni ha sido
una sorpresa muy agradable, ya que al principio
no la había reconocido, pero luego en casa
he podido comprobar que es una persona
genuina y honesta, luchadora nata
contra la injusticia.
Hoy ha sido la segunda vez que he practicado
el ritual de la Teresina, y ha sido una experiencia
muy enriquecedora. La primera vez iba acompañado
de un compañero que ya la había hecho antes,
y bajamos hacia el monasterio, donde nos encontramos
con dos amigas y su hijo con las que había venido
en coche.
Después de la visita de rigor a la Moreneta,
bajamos todos juntos por el camí de l´arrel,
para llegar hasta Santa Cecília. Todo fue muy
distinto a hoy. Ni mejor ni peor: distinto
Agradecer al creador y equipadores de la misma,
ya que gracias a ellos, muchos podemos
conocernos mejor a nosotros mismos
siguiendo el ritual que ellos establecieron
y mantienen en buen estado.
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