El mismo sendero, recorrido en dos momentos distintos:
helado por la mañana, donde los crampones casi no dejan huella
y con nieve blanda por la tarde, donde uno se hunde.
El segundo lo conocía,
pero el primero fue algo nuevo.
La tensión de moverse por un terreno resbaladizo
y vertical se desvanece en la cumbre de la paz y tranquilidad.
Luego deshacer el sendero, para llegar hasta el coche:
visto desde arriba impresiona mas que subiendo.
Y al llegar al llano la tension desaparece de nuevo,
y da lugar a la satisfacción.
Gracias Turbon, por compartir tu fuerza conmigo.
Ahora ya soy uno de tus hijos.
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