La mente especula, imagina, espera, teme:
proyecta un futuro imaginario que muchas veces
nada tiene que ver con lo que realmente acontece.
Este hábito tan arraigado de preveer es un sustituto
del fluir con los acontecimientos, una muleta para
mentes condicionadas alejadas del ahora.
Al ego le gusta creer que tiene el control,
y por eso hace planes y estrategias
para lo que pueda acontecer en el futuro,
intentando minimizar el riesgo de ser
desbordado por los acontecimientos.
La mayor parte del tiempo la mente
funciona de esta manera.
Aunque hay otras veces que vemos
claro que todos estos pensamientos
relacionados con la sensación de inseguridad,
causada por la incertidumbre de un futuro
imaginario, quizás tuvieron su utilidad
en su momento, pero ahora no son
más que intentos frustrados de esta
vieja mente confundida de retomar
un control innecesario.
Muletas que se resisten a desvanecerse
en la plenitud del ahora.
Abandonar las viejas adicciones
resulta un poco difícil.
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