Algunas veces la mente se parece al cielo despejado y radiante,
otras a un cielo cubierto de nubes y tormentoso,
y en otras a un cielo oscuro lleno de estrellas,
con o sin luna.
En otras ocasiones la mente es parecida a un disco rayado,
con pensamientos obsesivos que suenan y suenan,
y hacen que afloren ciertos sentimientos y emociones
que generan malestar.
De vez en cuando, los pensamientos obsesivos, que
generalmente perturban la mente, dejan de hacerlo,
pese a que siguen ahí, en el trasfondo,
esperando volver al protagonismo.
A mi ego le encantaría poder decir que
posee el control de la mente,
y que esta siempre está en calma,
en un estado de gozo y no-conceptualidad.
Pero la realidad es que a lo sumo,
se puede decir que esta mente autoobservadora
es capaz de mantener un cierto grado de
atención y alerta sobre su contenido
o la forma en que se expresa.
Ya ni hablemos de descansar en la visión
de su naturaleza esencial,
utopía del ego espiritual.
Las supuestas introducciones directas
a la naturaleza de la mente,
fueron secuestradas por el ego,
y convertidas en el becerro de oro.
Esto se ve claramente,
sin mácula,
sin enfado ni rencor,
como viendo una película.
Muchos conceptos y prácticas,
muchas iniciaciones y transmisiones,
para algun día llegar a la
visión de la mente desnuda.
Desnuda de apegos,
desnuda de imaginaciones,
desnuda de superficialidades.
HUNG
1 comentario:
Buenísimo... Lo copio y me lo guardo para releerlo
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