En los diversos estados mentales por los que atraviesa la mente,
encontramos algunas características comunes que varian sólo
en cantidad:
Estos factores son la INTENSIDAD y la CLARIDAD.
Una mente intensa se caracteriza por ser POTENTE y ACTIVA,
es decir, VIBRANTE y ENERGETICA.
Una mente clara implica DISCERNIMIENTO y SABIDURIA.
Para ser capaces de estabilizar la mente en un estado intenso y claro,
es preciso ser capaces de CONCENTRARNOS y mantener
ese estado de concentración sin caer en distracciones
ni somnolencia.
En un estado de alta concentración, si surgen pensamientos
no son capaces de distraernos del foco de nuestra atención,
y la mente alcanza lo que se conoce como permanencia apacible,
o SHINE, que tambien tiene diversos grados.
Esta herramienta es la base para poder desarrollar
el segundo aspecto definido como CLARIDAD.
En el Mahamudra, el objeto de concentración principal
es nuestra propia mente, y esto permite que una
vez alcanzado un nivel elevado de shiné, surja
una claridad cada vez mayor, reflejada en
un mayor discernimiento y sabiduría.
Tomar la mente como objeto de concentración significa
ser capaces de observar los distintos pensamientos
y emociones que surjen, sin que nos dejemos
arrastrar por ellos.
No significa intentar bloquear la mente e impedir
que surjan pensamientos ni emociones, ya que
esto implicaría renunciar a la intensidad,
y estaríamos hablando de una mente
en blanco, sin vida, objetivo de algunos
que se han desviado del recto sendero.
El estado mental en que se encuentran estos ignorantes,
es un estado de aislamiento de la realidad,
donde han bloqueado toda emoción
y pensamiento en aras de una calma artificial,
conseguida a través de un proceso represivo
que tarde o temprano les conducirá
a recibir un impacto traumático que les vuelva
a conectar con la realidad que pretenden ignorar.
Este tipo de personas pueden haber desarrollado
un alto poder de concentración, pero su mente
habita en la confusión y desconocen la claridad.
Su fuerza de voluntad y aparente calma
suelen fascinar a los pobres
que buscan salir del estado confuso en que suelen
moverse las débiles mentes sufrientes,
sin darse cuenta que no son más que
adictos de la "tranquilina", falso sustituto
de la permanencia apacible o shiné.
En otro extremo encontramos a los adictos de la
adrenalina, enganchados a actividades que
les dan el chute que les hace sentir vivos. Y estos
tambien pueden haber desarrollado un gran
poder de concentración, que les convierta
en expertos en conseguir estados adrenalínicos
alterados y "guías" calificados en
proporcionar experiencias intensas.
En el mahamudra se trata de ser capaz
de observar la propia mente en diversas
situaciones, sean estas de gran flujo de
pensamientos o emociones o todo lo contrario.
No se debe rechazar ni las unas ni las otras,
sino ser capaces de descubrir que la
verdadera naturaleza tanto de unas como las
otras es la misma. Esto es lo que
hará que la sabiduría y el discernimiento
se manifiesten en la mente.
Esto no es un ejercicio intelectual,
sino una práctica real
que cada practicante debe
llevar a término.
De poco sirve la experiencia de otros
si yo no soy capaz de realizarlo por mi mismo.
Nadie ha dicho que moverse por terreno mixto,
donde se mezclan pensamientos, emociones y apariencias,
cual si fueran roca, hielo y nieve,
fuera fácil.
Pero calzándonos los crampones de la concentración
y blandiendo los piolets del discernimiento,
seremos capaces de ascender por las
intensas canales mixtas de la vida
que nos llevan a la cima de la recta visión.
Es fascinante constatar que la perseverancia
en el recto camino brinda sus frutos,
pese a las constantes caídas y recaídas
de la mente en estados de confusión,
gracias a estar encordados al
linaje de practicantes genuinos
que nos asegura en esta via abrupta