martes, 1 de noviembre de 2011

Ati: Cumbre del macizo Maha-Anuyoga

La montaña como soporte de la meditación en acción,
cual zafu que conecta la tierra con el cielo.

Tan importante es el primer paso como el último;
la experiencia cumbre como el calentamiento.

La aproximación en coche es como los preliminares,
tan importante como la práctica principal en sí.

¿Qué busco en realidad ?

¿Qué se oculta tras todo este laborioso ritual?

¿Es lo mismo que practicar sentado?

La absorción meditativa siendo parecida,
lo que cambia es sólo la apariencia
de movimiento corporal.

Diría que siendo capaz de encontrar la paz
dentro del movimiento me acerco más
al objetivo de desarrollar los medios hábiles.

¿Si antes no hubiera alcanzado estados de
absorción parecidos en la meditación sentada,
sería capaz de integrar las experiencias de la
montaña o me convertiría en un adicto?

¿Aumentaría mi sabiduría con cada ascensión,
o sería mi ego montañero el que engordaría,
si no tuviera cierta comprensión de la vacuidad
del ego y de las apariencias?

Realmente, el orden de los factores altera
el resultado.

¡Qué fácil es perderse en el oceáno de las
experiencias cuando el apego sigue siendo
el patrón de la embarcación!




1 comentario:

marpa dijo...

Casi un año después, mi cuerpo físico ha perdido mas de diez kilos. Me gustaría pensar que es un reflejo de la pérdida de peso del ego después de bastantes experiencias en la montaña. Ayer estuve en el mismo sitio donde tomé la foto del vehículo hace un año. Estaba nevando y llevaba un compañero de ascensiones en el asiento del copiloto. Tuvimos que buscar otra zona para poder andar por el monte.

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