jueves, 27 de enero de 2011

Vacuidad y vacío


Curiosa sensación de irrealidad:
todo parece una ilusión,
un sueño, una fantasía.

Hace unos años me gustaba ir
a un despeñadero y sentarme a
"meditar" justo en el borde.

Desde allí podía divisar a lo lejos
las casas de un pueblo cercano a
donde vivo y los coches circulando
por la autovía.

Me imaginaba lo que estarían haciendo
los inquilinos de cada casa, sus pensamientos,
preocupaciones, deseos.

Así mismo observaba a los pequeños coches
y sabía que en su interior había seres como yo,
yendo de un sitio a otro, con la música puesta
o charlando distraidamente.

Y yo lo obsevaba todo desde mi mirador privilegiado,
justo al borde del precipicio, a un paso del vacío,
y sabía que cuando entraba de nuevo en mi coche
era uno más de los iban y venían, inmerso en
mi propio mundo, buscando mi casita donde
me sentía relativamente seguro en la rutina
del día a día, con las preocupaciones cotidianas,
como las goteras en el supermercado, y las
distracciones habituales como la televisión.

Por unos momentos salía de mi pequeño
mundo y me daba cuenta de la irrealidad
de la vida que llevamos, inmersos en
un mundo de preocupaciones que en
su inmensa mayoría no tienen ningun
sentido cuando son observadas con
una perspectiva más amplia.

El hecho de estar al borde del precipicio
me ayudaba a estar más atento,
ya que un movimiento en falso
podía tener consecuencias fatales.

Y en esos momentos de observación clara,
venían a mi mente esos otros momentos de
mi vida en que no había una rutina tan sólida,
y la sóla preocupación era decidir a dónde ir,
en un viaje abierto y sin objetivo concreto.

Ahora estoy experimentando esa misma
sensación de irrealidad, con la diferencia
aparente de que estoy dentro de la cajita
pequeña de "mi" casa y no en el despeñadero.

¿Será que en realidad me he dado
cuenta de que siempre tenemos
un pie colgando en el vacío,
de que la muerte siempre nos
acompaña como la sombra al cuerpo?

Ojalá esta sensación pueda servirme
de estímulo para practicar con más
ahínco, sin perder el precioso tiempo
en actividades sin sentido.

domingo, 23 de enero de 2011

Monturull: Primer Solo invernal


Hoy he tenido la suerte de poder culminar mi
primera ascensión invernal en solitario.

Ha sido el Monturull, hermano mayor del Perafita,
al cual subí la semana pasada acompañado de
Josep María, un montañero leridano con el
que me encontré por causalidad, y que hizo de
padrino en mi bautizo al alpinismo.

Hoy he hecho la aproximación acompañado de
Jon y Tatiana, vasco y eslovaca con los que
he coincidido en el párking. Luego hemos
intercambiado números de teléfono y ellos
se han dirigido hacia el Pic de la Colilla, a
la derecha del Perafita, mientras que yo
he tomado la ruta de la izquierda, hacia
el Monturull.

Pese a subir solo, de alguna forma me sentía
acompañado, ya que yo les veía a ellos a lo lejos,
y al llegar a la cumbre les he llamado, coincidiendo
que estaban ellos en su cima, y me han dicho
que me veían con los prismáticos.


Día frío pero claro, sin nube alguna,
y sólo nosotros tres en esta vasta
montaña nevada.

La ascensión de hoy ha sido un poco más
compleja que la de la semana pasada,
que comparada con la de hoy fue un
verdadero paseo sin ninguna dificultad
técnica y un factor de riesgo mucho más
bajo que el de hoy.


Las sensaciones experimentadas, únicas,
y aún ahora parece que estoy flotando en
una nube de autosatisfacción por haber
logrado culminar con éxito la ascensión.

Es mi ego montañero, orgulloso de su
hazaña, apegandose a la experiencia
de culminación.

Sensación muy parecida a la que mi
ego espiritual vivió hace unos años,
cuando se apegó a una serie de experiencias
que surgieron espontáneamente.

¡Qué bella es la montaña de la mente!




sábado, 22 de enero de 2011

Tilopa y las entrañas del pez


Observando al observador,
como viéndose uno mismo en el espejo.

Centrando la atención en el meditador,
este mago creador de ilusión.

Mirando, intentando ver
lo que no puede ser visto.

Curioso ejercicio, como
intentar agarrar un resbaladizo pez.

Y una vez agarrado el pez,
comerse sus entrañas.

Parece que el abuelo Tilopa
sabía como hacerlo.

Lo que no puede ser visto,
puede ser degustado.

UN SABOR

jueves, 20 de enero de 2011

Libertad: Recta Visión


Hubo una vez, largo tiempo atrás,
que el mundo entero quería cambiar.

Ahora dejo al mundo girar,
y me dedico a la percepción cambiar.

He comprendido que sólo mi propio mundo
es factible modificar.

Durante la semana, en la cárcel de la rutina estoy,
y el domingo se me concede un breve permiso.

Antes creía ser libre,
ahora sé que soy un prisionero.

Prisionero de mi propia ignorancia,
viviendo en la sombra del ser.

Pese a los múltiples viajes,
nunca dejé los grilletes.

Probé todo tipo de sucedáneos,
pero nunca el verdadero sabor.

Practiqué numerosas actividades,
pero sin la recta motivación.

Ahora subo montañas,
limando mis propias cadenas.

Cada esforzada ascensión,
me acerca un poco más,
a la preciosa

LIBERTAD

que concede la

RECTA VISION



lunes, 17 de enero de 2011

Belleza: Maestro y Montaña

Buscando la escasa nieve,
del plan inicial me he desviado.

Pensaba que la Tossa Plana sería
la primera ascensión con crampones,
pero al final fuiste tu, Perafita,
con los estanys de la Pera a tus pies,
y el Monturull como hermano.

De Lles me he marchado,
y el compañero ha aparecido
cuando a Aransa he llegado.

Parece que tengo suerte,
o a lo mejor el maestro vela por mi,
ya que en los momentos delicados,
el compañero experimentado siempre ha llegado.

Hoy he dado un nuevo paso,
ganando un poco más de experiencia
en el noble arte de andar sobre terreno resbaladizo.

Una aproximación de dos horas,
y un ascenso de otras dos,
con una vuelta de tres.

Gracias montaña,
por permitirme apreciar brevemente
la belleza de la propia mente.

Gracias maestro.



domingo, 9 de enero de 2011

Mirando: Mente en movimiento


Ser capaz de mantener la atención en lo que sucede
en la mente AHORA mismo es todo un reto.

Muchas veces la mente no está satisfecha con
lo que el cuerpo está haciendo ahora, ya que no proporciona
SENSACIONES agradables, y no pudiendo cambiar las
circunstancias externas se dedica a proyectar
RECUERDOS y DESEOS, es decir, crear un
PASADO y un FUTURO inexistentes y recrearse
en ellos, DISTRAYENDOSE del único momento
real, el AHORA.

La práctica de observar la mente sin dejarse arrastrar
por todo lo que en ella aparece es la base para poder
aplicar técnicas más complejas.

Se trata simplemente de ENFOCAR la atención en
la mente misma, y OBSERVAR su contenido y
su movimiento, sin pretender eliminarlo ni
modificarlo.

Si la mente está en calma, la dejamos en calma,
y si aparecen pensamientos o emociones,
simplemente los dejamos pasar.

Una vez que le encontremos el truquillo, veremos que
podemos practicar en cualquier circunstancia,
sin ir a ningún sitio ni hacer nada especial que
no sea lo que estemos haciendo en este momento.

El objeto de observación es la mente misma,
y ella siempre está con nosotros.

El pasado y el futuro son creaciones de
la mente confusa que es incapaz de
ver mas allá de la superficie del momento presente,
que oculta al eterno AHORA,
verdadera naturaleza de la mente.

jueves, 6 de enero de 2011

Mojones, crampones y cursillos



Poner las piedras de los mojones
que jalonan el sendero supone un esfuerzo
extra, pero gracias a ellas el sendero se hace
más claro para todos.

Cada piedra tiene su historia, y está relacionada
con el montañero que la puso en el hito.

La piedra no está separada de la montaña,
ya que es un fragmento de ella, pero al
formar parte de un mojón cobra un
sentido especial: forma parte de
los mojones que señalan un sendero
concreto dentro de la misma montaña.

El mahamudra de Marpa no es otra cosa
que el conjunto de experiencias de un
practicante de mahamudra llamado marpa,
que intenta llevar al camino todas las
circunstancias en las que se ve inmerso.

A veces el sendero del Mahamudra,
que es el sendero que transitan los
practicantes pasados y presentes
de este peculiar sistema, se ve con
claridad, pudiendo apreciarse los
mojones que han ido dejando los
que han pasado antes, cada uno
aportando su piedra.

Hay momentos en que las condiciones
climatológicas de la mente no son
favorables, y la visibilidad es limitada.

En esos momentos podemos apartarnos
del sendero y perdernos o incluso
resultar heridos.

Es en esos momentos cuando la experiencia
de cada practicante es determinante, y
es para minimizar riesgos que buscamos la
ayuda de otros practicantes más
avezados.

La práctica del mahamudra es similar al
montañismo en muchos aspectos.
Podemos ir solos a la montaña,
pero debemos ser muy conscientes de
los peligros que nos aguardan.

La montaña invernal, al igual que
determinados niveles de práctica,
debe ser abordada con mucha
prudencia.

Las experiencias que surgen a
medida que vamos transitando el
sendero pueden desequilibrarnos
y hacernos caer.

Llevar crampones y piolet de poco
sirve si no sabemos utilizarlos adecuadamente
dentro del sendero.

Son instrumentos que usados apropiadamente
nos permitiran acceder a determinadas experiencias
inaccesibles sin ellos.

De igual forma, la capacidad de estar atentos
y vigilantes nos permitirá acceder a diversos
niveles de concentración, pero sin ir acompañados
de una visión penetrante nos puede apartar
del sendero y poner en riesgo nuestra
integridad mental.

En la montaña nadie nos va a impedir que
intentemos ascender a una cumbre pese a
no estar preparados o no darse las circunstancias
climatológicas apropiadas. Somos nosotros
los que asumimos la responsabilidad de nuestros
actos.

Si por el contrario asistimos a cursillos de
diversa índole relacionados con el
montañismo, deberemos hacer caso
de lo que nos digan los instructores,
porque podríamos poner en peligro la
integridad de otros debido a nuestra
inexperiencia.

En el camino del mahamudra podemos ir
por libre y hacer lo que creamos oportuno,
o bien asistir a "cursillos" de diversos niveles
con instructores cualificados.

Si vamos por libre nadie nos va a impedir
que hagamos lo que creamos oportuno.

Si asistimos a "cursillos", vamos a tener
que seguir las reglas de los instructores.

Nadie nos obliga a asistir a cursillos,
así como nadie nos va a impedir que
nos compremos unos crampones
y sin saber usarlos intentemos
ascender a picos elevados.

Inscribirnos en un cursillo
y luego saltarnos las reglas
va a suponer que nos
expulsen y que cuando
queramos inscribirnos
en otro nos resulte difícil,
ya que los instructores
se comunican entre ellos,
ya que forman parte de
un mismo gremio.

Moraleja:
antes de inscribirnos en
un cursillo informémonos
de la cualificación de los instructores y
de los requisitos y reglas que hay
que cumplir y asegurémonos de
que vamos a ser capaces de
cumplirlas, porque luego de
nada nos servirá llorar.



domingo, 2 de enero de 2011

Pico del Infierno: La Temeridad


Cubriendo tu espalda con una fina capa de hielo,
mantienes alejados a los novatos como yo,
con una barrera invisible.

Hace unos meses subí con temor,
y me quedé en el Portell:
fue mi primer ascenso con raquetas.

Hoy he subido tranquilo,
he llegado al Portell y en el
Pic dels Gorgs, me he detenido.

El guardian del umbral ha aparecido,
y ahí he comido, apreciando mis límites:
¡cuánto me queda por aprender!

Hace tan sólo dos días que me puse los pinchos,
y hoy ya quería llegar hasta el mismísimo
corazón del Infierno.

El infierno helado, con todos sus demonios,
hoy los he visto, los he escuchado susurrar:
"sigue, que puedes".

Algun día volveré, cuando sepa andar
por las crestas de hielo y nieve,
y ya no me de miedo resbalar.

De momento conozco el infierno cálido,
tu cara estival, y he visto tu cara abrupta
reflejada en los lagos a tus pies.

Ya no me das miedo, sino respeto.
Hoy he vencido al viejo demonio:
mi propia TEMERIDAD.





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