miércoles, 14 de julio de 2010

Los ojos que brillan en la oscuridad


Hoy he salido a andar en la oscuridad,
con una linterna que se ajusta a la cabeza
que compré hace poco. Tiene diversas
opciones de intensidad, y es muy
cómoda.

No había luna, por lo que me ha sido muy
útil llevar la linterna. De repente, he visto
unos ojos rojos que me miraban, y resulta
que era un perro, paseando como yo,
sólo en la oscuridad. Después de comprobar
que no suponía un peligro para él, pese a
que llevaba un garrote precisamente por
si salían perros de los que son un poco
más agresivos que este que me ha tocado
de compañero, me ha seguido durante
unos diez minutos, hasta que he tomado
un sendero que se alejaba de su zona de
seguridad, y ahí me ha dejado sólo de
nuevo.

Después de un rato, he visto unos ojos
verdes que brillaban, que han resultado
ser una manada de caballos.

El manto de oscuridad que hoy he
penetrado tenuemente con la
linterna, siempre está ahí, y sólo
se rasga parcialmente durante
el día, cuando el sol alumbra
durante unas horas, y durante
la noche, cuando la luna refleja
la luz del sol de forma más o
menos intensa.

Esa es la mente subconsciente,
siempre ahí, sólo alumbrada
por la conciencia más o menos
intensa de los seres.

Llena de ojos que brillan en
la oscuridad al reflejar nuestra
propia luz.

2 comentarios:

Fon dijo...

¿hubo algun tipo de emocion en ti cuando surgió ese perro en la oscuridad?

Justo hace una semana me sucedió lo mismo en el monte... lo que me dió la oportunidad de observar mis propios temores y mis propias emociones. Al final, era un perro muy manso, pero la mente se disparó pensando miles de tonterias sin control, prueba absoluta de que queda mucho trabajo y volver al BC.

Buho.

marpa dijo...

Al ver unos ojos rojos de repente, instintivamente te pones en guardia. En mi caso he agarrado con mas fuerza el bokken de madera de hierro (prensada) de mi época de ronin y me he detenido para ver e identificar lo que había junto a esos ojos rojos. Al ver que era un perro con buenas intenciones me he acercado y seguido el camino un poco más alerta porque nunca sabes si el perro es manso o se hace el manso, y de vez en cuando me he ido dando la vuelta para comprobar que no había peligro. Si no hubiera llevado el bokken seguro que otro tipo de sensaciones y emociones habrían aflorado, ya que la sensación de control y seguridad no habría sido la misma.

Y a lo mejor el perro hubiera detectado mis miedos y tambien habría reaccionado con miedo y agresividad simplemente por resonancia. El miedo influye en nuestro comportamiento y de rebote en el comportamiento de los que se cruzan en nuestro camino.

La práctica de la esgrima japonesa ha sido un método muy bueno para controlar los miedos e impedir que me arrastren en situaciones delicadas.

Espero que a ti te vaya igual de bien.

Namaste

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