Integrar los movimientos de
cuerpo, palabra y mente
en el estado de presencia,
se parece a reseguir una cresta
que une dos tres miles.
La atención es plena,
la perspectiva es fantástica y amplia,
y la sensación es deliciosa.
Un resbalón y caemos
del estado de presencia,
tambien llamado rigpa,
al estado de conciencia dual.
Aunque no lo parezca,
las consecuencias de la caida
en ambos casos son funestas:
descalabro físico en un caso
y descalabro mental en el otro.
Vivir en un estado confuso
o samsárico implica revolcarnos
en el sufrimiento como los cerdos
se revuelcan en sus propios excrementos.
Y lo triste es que muchas veces no
somos ni conscientes de nuestra
verdadera situación.
Moverse por crestas a gran altura
no implica integrar, pero un practicante
de mahamudra o dzogchen puede
utilizarlo para progresar en su práctica.
El que nos sigamos comportando como cerdos
o seamos mas como los sarrios
depende de nosotros.